La asociación tiene intención de transmitir las carencias que advierte en la reunión al Lehendakari Urkullu, además de realizar una concentración a las puertas del Instituto de la Memoria.

ETXERAT. Etxerat llevará la voz de los familiares y allegados/as de las y los presos políticos vascos a la reunión para crear el denominado mapa de la memoria que realizará el lehendakari Urkullu con 128 alcaldes en Bilbo este viernes. Además de una concentración previa a la reunión frente al Instituto Vasco de la Memoria, Etxerat pretende hacerle llegar al señor Urkullu las carencias que advertimos en dicha cita, y las aportaciones que vemos hacen falta de cara a recoger un relato que no deje a nadie fuera.

Recordando las palabras que pronunció el secretario de Paz y Convivencia Jonan Fernandez hace una semana, resultaría “durísimo e injusto” excluir a algunas víctimas mortales en función de la violencia que han padecido. Por ello, y trabajando en el ámbito de la paz y la convivencia, afrontar el reconocimiento de las 16 víctimas de la política de dispersión es insalvable. Recordando al lehendakari Iñigo Urkullu en primer lugar y al señor Jonan Fernandez en segundo lugar las aportaciones hechas por Etxerat en 2013 al plan de paz y convivencia, advertimos una denotada falta de determinación a fin de evitar que las personas que forman ese gran grupo de familiares y allegados de los 427 presos políticos vascos dispersados engrosen esa lista negra. A esas 16 personas –hasta el momento- se les está vulnerando el reconocimiento de su memoria manteniéndolas fuera de ese documento que lleva por título "Retratos Municipales de la Vulneración del Derecho a la Vida (1960-2010)".

¿Dónde está el reconocimiento del sufrimiento de esas 16 víctimas provocadas por la política de dispersión que vulnera día sí, día también los derechos humanos de nuestros familiares y los nuestros mismos? ¿Hasta cuándo estará su memoria pertinentemente silenciada sin derecho a reconocimiento alguno? La política de dispersión que sufrimos en nuestras carnes es algo más que una condena de por vida, tal y como muestra esa falta de reconocimiento de esas 16 personas muertas por la política de dispersión.