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ETXERAT (18-2-2022). Queremos manifestar públicamente nuestro infinito agradecimiento a las y los chóferes voluntarios de Mirentxin que durante 22 años han trasladado a familiares y allegad@s de las y los presos políticos vascos en sus visitas a las lejanas cárceles de la dispersión. Lo hacemos cuando ha llegado el tiempo para su último viaje, en el contexto del final del alejamiento entendido en su más cruel expresión, es decir, el cierre de las cárceles de Andalucia y Levante para las y los presos vascos.

Mirentxin ha sido una gran aportación para nuestra labor de acompañamiento, que junto al asesoramiento y la asistencia a los familiares constituyen buena parte de la razón de ser de la asociación Etxerat. Desde que se iniciara el alejamiento y la dispersión de presos vascos, hace ya más de tres décadas, las dificultades y riesgos para poder mantener el vínculo afectivo y familiar con nuestros seres queridos se incrementaron exponencialmente. Etxerat puso entonces en marcha el autobús que cada fin de semana traladaba familiares a Andalucia.

La iniciativa Mirentxin surgió en en el año 2000 por el impulso inicial de un pequeño grupo de personas que tomaron la decisión de ofrecer su tiempo para trasladar a familiares y amigos de presas y presos políticos vascos en sus visitas a prisión. Escogieron, para bautizar su iniciativa, el nombre de una mujer de Mungia, Mirentxin Aurrekoetxea, que en aquellos años recibió la compañía y la ayuda de un amigo de la familia, para visitar a su compañero preso en Andalucia.

Mirentxin ha sido un colectivo independiente y, desde Etxerat, nuestra única aportación ha sido la de coordinar los viajes en función de los familiares y allegados que cada semana se apuntaban para desplazarse por las carreteras españolas y francesas, en viajes de ida y vuelta a las prisiones.

El primer grupo de voluntarios de Mirentxin surgió en Durango y en pocos meses se unió otro grupo en Bilbo. Tan sólo querían que los familiares afrontaran con un poco menor dureza la perspectiva de tener que recorrer cientos de kilómetros para ver a sus seres queridos. Voluntarios que conducían las furgonetas para reducir el riesgo de sumar a los nervios de las visitas, tener que conducir esas distancias bajo los diferentes condicionantes.

Paulatinamente fueron sumándose voluntarios y voluntarias y conformándose más grupos en pueblos y comarcas. Inicialmente se alquilaban furgonetas para realizar los trayectos, poco a poco se fueron adquiriendo vehículos. La primera adquisición fue una de segunda mano comprada en Bélgica. Durante las dos décadas largas de Mirentxin se han utilizado 14 furgonetas y cientos de voluntarios han trasladado familiares a más de 30 prisiones distintas.

¿Dificultades? Muchísimas en todo este tiempo, desde las más extremas como controles de carretera, amenazas, sabotajes, accidentes (muy pocos y afortunadamente leves), hasta otras derivadas de la meteorología y otras circunstancias ligadas a los propios itinerarios.

Nada que haya podido frenar su acompañamiento, de manera totalmente desinteresada, motivad@s únicamente por sus convicciones solidarias. Ahora afrontamos el final de un ciclo, que se ha prolongado décadas, y durante el cual han sido capaces, de manera modélica, de hacer un poco más fácil la complicada realidad de los familiares. Esta última etapa de pandemia y prisiones cerradas para las comunicaciones ha sido especialmente difícil, y ha coincidido además con el cierre para los presos y presas vascas de las cárceles de Andalucia y Levante. Cabe resaltar que en este contexto los viajes a las prisiones de la periferia de Euskal Herria se han organizado prácticamente “a la carta”, bajo la premisa de que los familiares siempre estarán acompañados.

Con el compromiso de que seguirán acompañando a los familiares en sus viajes a prisiones aledañas a Euskal Herria, en función de las necesidades que se vayan planteando a nivel local, y mientras desde Etxerat seguimos trabajando para llegar al último viaje, para que todas y todos los presos sean traídos a Euskal Herria lo antes posible, el final de este ciclo tan fructífero y solidario abre una ventana a la reflexión, en relación con la importancia de continuar manteniendo el trabajo voluntario y solidario con nuestros familiares presos y con nosotras y nosotros mismos.

¡Gracias Mirentxin!

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